lunes, 4 de noviembre de 2013

Juan Luis Panero

Ocurre a veces, en las calladas horas de la noche...

Ocurre a veces, en las calladas horas de la noche, al filo mismo de la madrugada, tras el telón caído de la euforia y del vino. 
Unos ojos parpadean, se abren, nos miran con su última transparencia y un instante a nuestro lado su doloroso transcurrir, su apretado paisaje de ternura muestran, como un mendigo o un esclavo, la humillada quietud de su tristeza. 
Entonces, cuando no hay una sola palabra que decir, con la avidez que lleva en sí lo fugitivo, besar, unirse en la húmeda tibieza, en empapada, áspero de arcilla de otra boca, donde nada al fin y todo nos pertenece. 
Después, igual que el viento agitando fugaz unas cortinas la claridad de la mañana nos muestra, desvelar un instante en la memoria aquello que una noche, una mirada, la destruida posesión de unos labios, nos dio. 
Lo que ahora ciego tropieza, resbala por la gastada pared del corazón, aferrándose terco hacia la muerte, desplomándose sordo hacia el olvido.



"A través del tiempo" 1968