viernes, 21 de enero de 2011

Los hombres libres no tienen bolsillos.

Subía y bajaba la ciudadela buscando un poco de veneno. En las calles había un operativo federal que ya había arrojado como resultado la captura de un narcomenudista. Todos tenían miedo pero no dejaban de vender, facilmente conseguí ml pesos de fiesta química hard core. ¿Por qué ese autodestructivo sentimiento? Podía percibir como la fachada de mi humanidad se despedazaba igual que las casas frente a mí. Apestaban las alcantarillas del callejón que trecientas veces he atravesado en madrugada: el silencio. Y no es que todo fuera obscuro en esos días, bien podía recordar todo el tiempo que sería peor haber muerto ya completamente. ¿Habría que celebrar entonces? Las miserias que en las manos del vagabundo se depositan son cheques sin fondo; abismos interminables que alimentan la catarata de vicios en esta tierra de gusanos panteoneros. Los hombres libres no tienen bolsillos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario